Mirar distinto en las bibliotecas es observarlas “con un ojo juguetón y con un ojo irresponsable”. Eso dice el escritor Luis Miguel Rivas, que se pasaba las tardes de su adolescencia sacando de los estantes los libros que le interesaban por el título y llevándolos a la mesa; cuatro, quizás cinco, para saltar de uno a otro, descubriendo algunos autores que luego fueron sus grandes amigos, “los amigos —como asegura— que son los escritores para uno”, como Marco Tulio Aguilera Garramuño o Andrés Caicedo.
El solo hecho de tener esas obras regadas en la mesa lo hacía sentir rico, porque relata, independientemente de las circunstancias materiales, saberlos allí significaba entrar en contacto con esa gran riqueza de pensamiento, de ritmos y de imágenes que hay en los libros. Y es que él, cercano a las bibliotecas que fueron refugio en sus años de juventud, especialmente las de Envigado, lugar donde creció, sabe que tienen mucho para decir. De estas y otras anécdotas conversará el autor que hace poco presentó su nuevo libro Más tareas no hechas y cuya obra refleja la realidad, el barrio y a quienes lo habitan en sus luces y sombras.
¿Qué tienen para decirnos hoy las bibliotecas? Las bibliotecas mías se viven muriendo, es el nombre de la conversación que se llevará a cabo el martes 26 de septiembre, a las 4:00 p.m., en la Biblioteca Pública Centro Occidental, ubicada en el barrio El Salado de San Javier, la cuarta de este año de la estrategia Mirar distinto. Esta iniciativa del ecosistema de bibliotecas de Comfenalco Antioquia ha tenido como invitados al escritor portugués Afonso Cruz, el astrofísico Jorge Iván Zuluaga y a la autora Andrea Mejía, quienes generaron los intercambios de saberes en junio, julio y agosto.
“Las bibliotecas son una evocación, una nostalgia, de un mundo muy distinto, amplio y bello que viví en mi adolescencia, sobre todo en Envigado, en la Biblioteca José Félix de Restrepo, que era el lugar al que iba a escudarme de una realidad que era dura y un poco inclemente, y en la biblioteca encontraba voces que me hablaban con amabilidad, me decían cosas de la vida y me mostraban otros mundos que no eran tan imaginarios, eran reales por el solo hecho de leerlos, de vivirlos en mi cabeza. Hoy las bibliotecas son para mí la imagen de un paraíso; puede ser un lugar común, pero de un oasis no de fantasía, sino de otra realidad más noble en medio de aquella, a veces, tan cruenta que nos rodea”, complementa Luis Miguel Rivas.
Ya son cuatro meses en los que la estrategia Mirar distinto ha invitado, precisamente, a dar un vistazo, como afirma el escritor de Era más grande el muerto y Los amigos míos se viven muriendo, juguetón, irresponsable, tranquilo y gozoso de los libros que habitan las bibliotecas en las que se halla la posibilidad de conocerse, enamorarse, dormir, soñar, hablar, quitarse el polvo y el miedo y refugiarse.
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