Las fiestas navideñas que acaban de pasar estuvieron marcadas en muchos lugares del mundo por tres virus respiratorios: la gripa, el covid y el respiratorio sincitial (VRS) que causa la bronquiolitis. En gran parte del hemisferio occidental el frío y las reuniones sociales en espacios cerrados con diferentes grupos de personas han disparado los contagios de esta no ya pandemia, sino tripledemia como la han bautizado. Y la esperanza de que termine pronto es escasa.
Para muchos, esta época de encuentros con la familia y los amigos, unida a las bajas temperaturas decembrinas trajo contagios desagradables que hicieron acortar las vacaciones, no poder asistir a comidas y lo que es peor, desbordar las urgencias de muchísimos hospitales, tal cual se ha visto en países como Estados Unidos, España y el Reino Unido.
Lo que se está viviendo es un recorderis de la importancia que tiene el cuidarse y cuidar a los demás, y el actuar con responsabilidad para que los contagios no se extiendan. Las enfermedades originadas por virus respiratorios suelen despistar porque presentan una sintomatología similar: fiebre, fatiga, tos, congestión, secreciones nasales, dolor de cabeza, de garganta y de pecho, así como otros dolores corporales y sensación general de malestar, o dificultades respiratorias que pueden incluir silbidos. De ahí la importancia de realizarse pruebas específicas.
Después de lo sufrido, vivido y aprendido en el 2020, ya todos hemos entendido que el covid vino para quedarse, incorporado como uno más dentro de todos los virus respiratorios. Esa realidad tiene una clara consecuencia y es la modificación del nicho ecológico del resto de los virus, de manera que entre ellos tienen que competir para acomodarse en el mismo número de huéspedes que somos los humanos.
Los científicos y los médicos sabían que eso iba a ocurrir de nuevo este año porque las condiciones estaban dadas. Una gripa A, que suele dar más fuerte que la gripa B, y una nueva variante de covid contra la cual aún tenemos poca inmunidad. Hay que recordar que no todo el mundo tuvo el mismo número de dosis, de manera que la población no quedó en igualdad de condiciones. Lo que se espera ahora es que los contagios sigan subiendo durante tres o cuatro semanas más, que luego venga el pico y la posterior bajada, como ha ocurrido en los últimos años. Colombia se ha librado de estadísticas tan altas como las que se dieron durante el mes de diciembre en España, cuando el número de contagios aumentó en un 75%, pero no hay que bajar la guardia.
El gobierno debe pensar en tomar medidas que incluyan campañas de vacunación y la posibilidad de que los ciudadanos se puedan quedar en la casa durante los tres primeros días de la enfermedad sin tener necesidad de saturar los servicios médicos pidiendo las justificaciones respectivas para estar de baja. También sería valiosa la exigencia del uso de mascarillas en centros médicos, hospitales y farmacias. No sólo para proteger a quienes asisten a pedir servicios, sino para quienes trabajan en estos lugares y están expuestos de manera constante al contagio.
Pero los ciudadanos también deben tener sus propias responsabilidades. La primera de ellas debería ser vacunarse para que el virus no se expanda. Las vacunas siguen siendo la salvación y gestos mínimos como lavarse las manos con frecuencia siguen siendo necesarios. Debemos tener presente que las medidas preventivas son siempre preferibles a las paliativas.
Otra recomendación que la gente ha ido olvidando es hacerse el test de autodiagnóstico, disponible en muchas farmacias. El momento idóneo para hacerse la prueba es durante los dos días posteriores a la aparición de los primeros síntomas. Esto ayuda a manejar mejor los síntomas. Y si no hay claridad, es probable que en los centros de salud se lleven a cabo pruebas de laboratorio.
Por supuesto que se requiere un trabajo conjunto entre gobierno y sociedad para que el manejo de estas enfermedades respiratorias se lleve de una manera controlada. No podemos echar al olvido lo que aprendimos ni creer que como ahora la mortalidad no es tan alta, no hay necesidad de vacunas. Todo lo contrario, es gracias a ellas que hemos podido ir controlando la expansión de tanto virus.