Más de un siglo tuvo que transcurrir para que el Estado reconociera las graves afectaciones sufridas por la población y el territorio de Sumapaz, la única localidad rural de Bogotá que alberga el páramo más extenso del mundo. La riqueza medioambiental de esta región, combinada con su ubicación en el extremo suroriental de la ciudad, la convirtió en un área disputada por diversos actores armados a lo largo de los años.
Sumapaz, tras experimentar todo tipo de hechos victimizantes, emprendió un arduo camino para visibilizar los patrones de violencia que la comunidad ha soportado. La larga lucha por el reconocimiento de las afectaciones sufridas refleja no solo la tenacidad de la población local, sino también la necesidad de abordar y reparar las consecuencias de décadas de conflictos y violencia en la región.
Este paso del Estado hacia el reconocimiento de las problemáticas en Sumapaz representa un avance significativo en la búsqueda de justicia y reparación para la comunidad afectada, subrayando la importancia de abordar las consecuencias de los eventos pasados para construir un futuro más equitativo y pacífico.