La familia de Jairo Sepúlveda Salas, residente en Urabá, Antioquia, finalmente logró cerrar un capítulo de incertidumbre que se extendió por 28 años. Gracias al trabajo articulado entre la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, la Corporación Humanitaria Reencuentros y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, su cuerpo fue recuperado en el cementerio católico del municipio de Buga, Valle del Cauca, donde había sido inhumado en 2011 como cuerpo identificado no reclamado.
Sepúlveda Salas mantuvo comunicación regular con su familia hasta 1997, año en el que sus llamadas cesaron sin explicación. Desde entonces, sus seres queridos lo buscaron sin descanso, sin obtener respuestas claras sobre su paradero. En 2024, las entidades encargadas de la búsqueda lograron establecer su identidad mediante la técnica de verificación por correspondencia, confirmando que se trataba de Jairo y permitiendo su entrega a la familia.
El hallazgo de Sepúlveda Salas fue posible gracias al cruce de información entre los registros de personas desaparecidas y los archivos forenses de cuerpos sin reclamar en cementerios del país. Este proceso hace parte de una estrategia nacional para identificar y devolver dignamente a sus seres queridos los restos de personas que han sido inhumadas sin ser reclamadas.
El reencuentro con Jairo, aunque en circunstancias dolorosas, permitió a su familia darle una despedida adecuada. En el corregimiento de Caucheras, en el municipio de Mutatá, se llevó a cabo un acto de homenaje en el que familiares y amigos se reunieron para darle el último adiós. En medio de una ceremonia marcada por el respeto y la memoria, su cuerpo fue sepultado en su tierra natal, cerrando así un proceso de casi tres décadas de incertidumbre.
La entrega digna de Jairo Sepúlveda Salas representa un avance en los procesos de búsqueda de desaparecidos en Colombia y resalta la importancia de los esfuerzos institucionales para devolver la identidad y la dignidad a quienes han sido víctimas de desaparición.