Colombia es uno de los principales productores de café en el mundo, lo que significa una fuente importante de empleo y contribuye notablemente a la economía. No obstante, esto también representa un gran reto porque es uno de los países que más desechos de café produce en el año, causando un impacto ambiental negativo.
La razón radica en que las cáscaras, pulpas y posos de café contaminan el suelo y el agua si no tienen un manejo adecuado de residuos; a esto se suma que la descomposición de los desechos de café genera emisiones de metano, un gas de efecto invernadero potente que conduce al calentamiento global y al cambio climático.
Para minimizar los impactos negativos, combatir el cambio climático y maximizar los beneficios de los desechos de café, Sanam Company, una empresa de Medellín que se ha expandido por el mundo, adopta prácticas de gestión sostenible para cerrar el ciclo en la industria del café y transformar la cáscara y la pulpa de este fruto en productos para el bienestar de las personas, alimentación animal y para la agroindustria, entre ellos, alimentos funcionales y bebidas energizantes, concentrados para nutrición animal y fertilizantes para mejorar los suelos y aumentar la productividad de los cultivos.
Con la reutilización de estos subproductos, Sanam busca generar conciencia ambiental, lo que llevó a esta empresa a explorar formas innovadoras, desde el año 2008, para aprovechar estos residuos, creando soluciones sostenibles y oportunidades económicas con productos buenos para la salud de las personas, los animales y para proteger el medio ambiente que hoy se venden no solo en Colombia sino también en Estados Unidos, Canadá, Australia, España, Japón, China, Holanda, Israel y Costa Rica, donde la empresa posee otra planta de transformación, además de la de Salgar (Antioquia).
Santiago Praolini, gerente de Sanam Company, cuenta que por “cada kilogramo de café beneficiado, nosotros disminuimos la contaminación equivalente a 5,6 personas adultas cada día. Nuestra misión es contribuir para sanar al mundo con el objetivo de potenciar los seres vivos”.
Estos productos que aportan energía natural al cuerpo son libres de gluten, veganos, ricos en antioxidantes y en polifenoles, además, tienen beneficios como prebiótico natural para la salud mental y digestiva, mejoran el metabolismo celular, reducen el estrés oxidativo, tienen propiedades antiinflamatorias y previenen el daño celular.
“Durante nuestras investigaciones científicas encontramos beneficios transversales tanto en las personas, como en los animales y en las plantas. Este patrón de resultados, sin duda, nos afirman que nuestra materia prima tiene la capacidad de transformar y r-evolucionar el planeta”, añade Praolini.
Retos ambientales
Detrás de cada taza de café hay un desafío ambiental. Estudios recientes demostraron que una taza de café genera en promedio 280g de CO2, y para cafés con leche como un latte o capuchino, la huella de carbono es mucho mayor con 410g de CO2 y 550g de CO2, respectivamente (Maslin y Nab, 2021) de la University College de Londres
“El café es el único producto del cual se consume solo la semilla y no la pulpa. Lo que empezó como un interrogante se convirtió en un proceso de investigación que nos llevó a mirar cómo se puede aprovechar el mucílago (pulpa) y la cáscara, que son desechos para los cafeteros”, resalta el gerente.
Praolini explica que el café es una superfruta, pero lastimosamente solo se utiliza menos de un 40%, lo que representa que más del 60 % de este fruto no se aprovecha, “nosotros ese porcentaje que se desperdicia, lo convertimos en materia prima con alto valor agregado”, precisa.
A lo largo de casi 3,000 kilómetros de valles interandinos, desde el extremo sur hasta el extremo norte de Colombia, viven las 540.000 familias caficultoras en las regiones cafeteras del país. La gran mayoría en pequeñas fincas o parcelas cuyos cultivos de café, en promedio, no superan las 2 hectáreas, de acuerdo con la Federación Nacional de Cafeteros.
Expertos estiman que, por costos operativos, muchos de los pequeños caficultores realizan un proceso tradicional, que consume cerca de 40 litros de agua por un kilogramo de café procesado. A lo que se suma que la mayoría de los residuos son desechados en suelos o en corrientes de agua, lo que contamina fuentes hídricas y el ecosistema de las zonas cafeteras.
Sanam company se basa en la economía circular, que funciona mediante la autorrenovación o revalorización, reutilizando desechos de café, reduciendo la contaminación y brindando valor para regenerar el planeta. Estos esfuerzos muestran cómo la innovación ayuda a cerrar el ciclo de la industria del café y reduce el impacto ambiental. Con esto, el café trasciende mucho más allá de una taza.
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